La Última Cena fue un evento importante en la vida de Jesús. Rodeado de sus discípulos, según la Biblia.
San Mateo describió: Al anochecer, Jesús estaba sentado a la mesa con los doce. Mientras comían, dijo: ‘Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar”.
Los estudiosos de la Biblia señalan que el anuncio del traidor hizo que ninguno de los Evangelistas haya descripto cuál fue el menú que comió Jesús en la llamada Última Cena. Tan solo unas breves menciones al pan ácimo y vino, alimentos propios de la Pascua judía.
Para la ciencia, en este contexto, se basa en la arqueología, la historia y la antropología para reconstruir qué pudo haber sido la Última Cena desde una perspectiva material y cultural:
Pan sin levadura (matzá) como elemento central de la Pascua.
Vino, diluido con agua, común en las comidas festivas.
Cordero, aunque no está confirmado en los Evangelios, pero era una tradición en la Pascua Judía.
Hierbas amargas (como lechuga silvestre u hortalizas) y otros vegetales disponibles localmente.
Frutas secas, nueces o pastas de frutas.
En Paraguay, se acostumbra comer en familia asado, cerdo, pollo, y se opta también por el vino, para luego realizar el ayuno del Viernes Santo.
Consagración de la Santa Eucaristía
Para los católicos, durante la Última Cena, Jesús consagró la sagrada Eucaristía.
Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo"; luego tomó una copa de vino y dijo: “Esto es mi sangre”. Así instituyó la Eucaristía como un memorial de su sacrificio. Solo aparece el pan y el vino. La Eucaristía es un sacramento que renueva la alianza de Dios con la humanidad y anticipa el banquete celestial. De ahí la importancia religiosa del Jueves Santo.