Al son de la bandita y de fuegos artificiales, los fieles de San La Muerte encendieron una fogata y bailaron en círculos frente al oratorio de San la Muerte, en Itá, en la Noche de Brujas.
Vestidos de particular o de blanco, de rojo o de negro, unas 100 personas se reunieron para reafirmar su devoción al “santo”, un esqueleto negro con una foisa. Es el preferido protector de presos, narcos y también de gente famosa.
La confirmación coincidió con el cumple del pai Nicolás Benítez (72), fundador de la capilla.
“Inicié esta religión hace 43 años. Esta capilla se levantó con la colaboración de mucha gente de todo el país”, afirmó.
Pide whisky y caña
Un Jesús crucificado, nichos, Vírgenes de Caacupé, banderines de calavera y muñecos con miembros viriles se pueden encontrar en las habitaciones.
“Vienen futbolistas que quieren ser titulares y no quieren ser lesionados, y también gente que pide que su jefe no sea tan argel”, añadió Benítez.
El santo solo pide a cambio whisky, caña, agua o alimentos, y que se le rece por semana rosario.
Los seguidores de San La Muerte estuvieron tres días en el cementerio de Itá regalando caramelos a los niños. Fue del 1 al 3 de noviembre cuando hay mayor cantidad de visitantes, por la celebración de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.
“San La Muerte es un soporte emocional que yo tengo. Me ayudó en mi vida personal y en lo económico”, afirmó la devota Blanca Ayala.
Hay confusión
“A los seguidores de San La Muerte que se consideran católicos les decimos que este no es un santo. Hay grupos que le dan culto aquí como en México y eso coexiste con nosotros, pero un verdadero cristiano le da culto a la vida, no a la muerte”, afirmó por su parte el padre Ángel Arévalos, párroco de la iglesia La Encarnación.