Aunque ya hubo un par de casos, la presencia de un sacerdote como integrante de un equipo de fútbol no dejó de sorprender el domingo en la primera fecha de la Liga Deportiva de Piribebuy.
Se trata de nada más y nada menos que el Presbítero Adrián Centurión, vicario de la Basílica Santuario de Caacupé que ofició por la mañana la misa central a lado del obispo Ricardo Valenzuela y por la tarde se sacó la sotana para realizar la otra actividad que le apasiona, chutar una pelota.
El pa’i forma parte del club Libertad de la compañía Ojopói que en su debut igualó sin goles con el Club Atlético Independiente.
Sin dudas la máxima atracción del partido fue el ingreso en el segundo tiempo del padre que se desempeña como extremo por izquierda y, pese a ser un hombre que profesa la paz, durante el fragor del juego ligó una tarjeta amarilla.
Centurión no es el primero y, seguramente con su ejemplo, tampoco será el último sacerdote que rompa la barreras del prejuicio y se anime a tener dos facetas en su vida cumpliendo con su rol de servir a la comunidad y tener el tiempo de competir en el deporte que le gusta.