El argentino Adrián Martínez, presentado como nuevo integrante del Danzarín, tiene un legajo cargado de momentos difíciles que, con el fútbol como principal sostén, pudo superar.
Cuando ni se le pasaba aún por la mente chutar una pelota en grandes canchas, Adrián trabajaba como recolector de basuras, hasta que, una noche, luego de salir del trabajo, se accidentó. Iba en su moto, cuando un auto le chocó y le cortó los tendones y vasos sanguíneos, dejándolo casi muerto.
Tras el percance su brazo derecho quedó más corto que el otro; una vez recuperado pidió que le permiteran pasar de ser chofer del camión a barrendero, sin embargo, los médicos de la empresa determinaron que Martínez no podía trabajar y lo echaron. Empezó a trabajar como albañil y parecía que todo mejoraría, pero al contrario, se aproximaban tragedias mayores. Su hermano de 16 años recibió tres balazos tras una pelea y fue hospitalizado.
Un grupo de personas, que apreciaba a los Martínez, le prendió fuego a la casa en la que vivía el autor de los disparos. La policía señaló como sospechoso al futbolista y a su papá. “Gracias a Dios pude salir a los seis meses, si no tenía para rato ahí adentro, porque la causa era grave: nos acusaban de tener armas de guerra, de secuestro, poblado en bando, incitación al incendio”, dijo el jugador en entrevista con Página 12, de Argentina.
CARRERA
Adrián no hizo las inferiores, aunque siempre jugó en el club Acacia, dirigido por su mamá. Debutó a los 22 años en la Primera C del vecino país y luego pasó a Atlanta. El zurdo marcó 15 goles en la temporada pasada.