Soy Valeria y quiero contar mi historia de cómo se rompió una relación de amistad que tenía con una persona. Éramos muy amigas. Ambas somos mamás, yo tengo una nena y ella también tiene hijas.
Compartíamos muchas cosas, ella era mayor que yo. Siempre me contaba sus problemas familiares, especialmente sobre su marido.
Yo soy divorciada, alegre, con muchos amigos. Me sé divertir. Cumplo mi rol de madre sin dejar de ser mujer. Tengo mi espacio para salir con mis amigos.
Mi amiga o mi examiga ahora, siempre se quedaba encerrada en su casa, no salía sin su pareja. Ella es profesional, siempre fue muy trabajadora, pero vivía para sus hijos y su pareja.
No me considero linda, pero soy alegre, divertida y tal vez por eso llamo la atención de los hombres. Y mi amiga era más bien seriota, se quejaba de todo, era la típica mujer que siempre se peleaba por celos con su pareja; eso le desgastaba física y emocionalmente.
La discordia
Resulta ser que la relación entre ellos se quebró. Ella era muy celosa y su esposo viajaba mucho. En uno de sus viajes pasó por mi casa y me llevó chipa porque sabía que me gustaba. Frente a ella le decía: ‘Traeme pues chipa’. Y en otra ocasión, se descompuso mi auto, le llamé, y vino a ver qué pasaba. Esas dos cosas me marcaron.
Con el tiempo ellos se separaron y mi examiga quería encontrar culpables, le llamaba a todas las posibles rivales. Ella pasó muy mal como toda relación que termina, yo pasé por eso cuando me divorcié, pero no estuve buscando a posibles cuernos.
Una vez me llamó y me preguntó: ¿Qué tuviste con Alfredo? Le respondí: ¡Qué… vos estás mal de la cabeza! Le dejé claro que no me meto con maridos de mis amigas, que eso es sagrado.
Chipa
Y ahí me dijo que el tipo le había contado que me trajo chipa. No podía creer lo que estaba escuchando, que por algo su marido me trajo chipa. Y que cuando se descompuso mi auto no le llamé a ella, sino que directamente traté con él.
Le tuve que parar el carro y le bloqueé en todas mis redes sociales. La inseguridad de ella es su problema, no el mío.
Pero acá está el punto que me cuestionaron mis amigas, me dijeron que no debí aceptar la chipa que me llevó a mi casa. Que me debía dar frente a ella.
Mis amigas también me observaron que soy soltera, joven, alegre y siempre se puede mal interpretar las cosas, más si la otra persona es una enferma de los celos. No sé si tienen razón. ¿Qué culpa tengo yo que mi examiga sea tan insegura? El daño le hizo él, no yo.
Respuesta del Psicólogo clínico, Lic. Ángel Romero Arcas
Buen día mi estimada Valeria las acciones sin malas intenciones casi siempre generan malas interpretaciones, más aún en gente con poca seguridad en uno mismo.
Es lo que se lee en tu relato, pero de estas situaciones se aprende y se le conoce a la gente, aprender para otra oportunidad qué comentarle a la gente lo que se llegó hacer (pedir un favor o aceptar algún regalo), más aún si se llegó a conocerle a la persona en cuestión.
Si considerás que vale la pena la amistad con esta persona, esperar un tiempo y volver acercarte a ella. Si el rencor e inseguridad sigue, concluir mejor dejar las cosas como están, ya que vos tenés la conciencia tranquila por lo sucedido.