Soy la profesora de matemáticas, Sofía, había estado dando clases en el mismo colegio durante más de 10 años.
Recuerdo el día que L. comenzó a asistir a mis clases de matemáticas. Era un joven de último año, con una sonrisa radiante y una curiosidad insaciable. Me gustó desde el principio, pero no pensé que fuera nada más que un estudiante más en mi clase.
L. era diferente a los demás. Era inteligente, siempre estaba dispuesto a aprender y tenía una pasión por las matemáticas que me recordaba a mí misma cuando era estudiante.
Me encontré disfrutando de nuestras clases juntos y comenzó a crecer una conexión entre nosotros que no podía ignorar.
Un día, después de terminar la secundaria, L. me contactó y me preguntó si podía hablar conmigo sobre un problema que estaba teniendo con una de las tareas para el cursillo de la facultad. Acepté y nos vimos en mi casa.
Mientras hablábamos, me di cuenta de que me sentía cómoda con él.
Decidió tomar clases particulares conmigo. A medida que pasábamos más tiempo juntos, nuestra conexión se hizo más fuerte. Comenzamos a hablar sobre temas que no tenían nada que ver con las matemáticas.
Una cosa llevó a la otra y comenzamos una relación cuando él cumplió 20 años. La mamá de L. no estaba de acuerdo con nuestra diferencia de edad y pensaba que yo era demasiado mayor para él, cumplí 37 en diciembre. Mi familia también se opuso.
Me sentí juzgada y criticada todo el tiempo.
A pesar de la oposición, decidimos seguir, pero por pocos meses.
Con el tiempo, nuestra relación comenzó a debilitarse. La presión y el estrés comenzaron a afectarnos. Casi que no salíamos juntos ni a cenar para que nadie nos viera.
Me siento culpable por haber arruinado la vida de L. y por haber perdido a mi familia y amigos. Él, por su parte, se sentía atrapado entre su amor por mí y su madre .
Al final, nuestra relación terminó. Me di cuenta de que no podía seguir adelante, ya que estaba causando demasiado dolor y sufrimiento a las personas que amaba.
Ahora, cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que nuestra relación fue un error. No porque L. fuera demasiado joven, sino porque no estábamos preparados para enfrentar la oposición de los demás.
Él ahora tiene 22 años, terminamos hace poco más de cuatro meses, pero sigo en “duelo” ¿Cómo puedo sentir menos culpa por haberle quitado tanto tiempo a un muchacho?
Sé que desde un principio debió primar mí ética como docente y eso me carcome por dentro.
Respuesta del psicólogo Ariel González
Entiendo que tu experiencia es compleja y dolorosa. La conexión que sentiste es comprensible, ya que a menudo, la pasión por la enseñanza puede dar lugar a lazos profundos, especialmente cuando hay admiración y respeto mutuos.
La culpa que sentís ahora refleja tu conciencia y tu deseo de actuar de manera correcta, lo que es un
signo de tu integridad personal. Es natural cuestionar las decisiones, pero también es importante aprender de estas experiencias. Para reducir esa culpa, considerá que ambos eran adultos en ese momento. También podrías beneficiarte de hablar con un profesional que te ayude a procesar estas emociones.