Pasaron casi cinco años de haber vivido juntos con mi novio. Desde octubre él decidió no continuar la relación y se fue de la casa.
A lo largo de ese tiempo, tuvimos muchas peleas porque yo soy muy celosa, admito. Solía molestarme mucho que él quiera salir con sus amigos y no conmigo en el único día que tenía libre, porque trabajaba y estudiaba a la noche.
Intentaba ser comprensiva en los primeros tiempos, porque decía que necesitaba también ese espacio personal, entonces también salía con mis amigos. Pero después ya comencé a molestarme porque siempre era su exa, sus compañeros de trabajo, de facultad y nunca sacaba un tiempo para mí.
Soy muy romántica, solía ver películas y después reclamarle el por qué él no podía ser atento, traerme flores o tener una cita. Él decía que no era que no quería, sino no se le ocurría nunca, pese a que en varias ocasiones le comuniqué bien que me gustaban esos detalles. Siempre hacía chistes de “sí, pero hoy lavé los platos” y cosas así.
“Le extraño”
El tema de la limpieza también era para discutir, le reclamaba que también tenía que mantener limpia la casa, que él vivía en esa casa. Aunque los celos siempre fueron un disparador de fuertes discusiones que llegaban hasta los gritos. Yo le llamaba y él no atendía y eso me ponía nerviosa hasta que le decía todas las groserías que se me ocurrían.
Intenté que se quedara más tiempo conmigo pidiéndole que haga cosas de la casa, como limpiar el baño o no iba a salir o podar el árbol, porque sino, no pasábamos tiempo juntos. Era la única manera de estar un ratito juntos.
Un día se cansó y agarró sus cosas y se fue. Pero no se fue del todo, porque viene a mi casa casi todos los días y escribimos todos los días. La excusa es verle a nuestro gatito Tomy, que adoptamos cuando cumplimos un año de vivir en pareja. Él le quiere mucho, yo sé. A mí me parece una tortura verle y que a él no sienta nada al verme. Cada vez que viene le digo lo mismo, que vuelva. Cuando escribimos, le pregunto dónde está y no me quiere decir. Y ya me imagino todo lo peor por ahí: “Vos no vas a cambiar luego”, me dice. Le extraño y sí quiero mejorar, pero me ganan mis celos.
Respuesta del psicólogo Ángel Romero
Buen día mi estimada lectora, una de las cosas más complejas de la vida, aparte de la misión que tenemos en ella, es saber qué queremos y cómo queremos las cosas para nosotros. Es por eso que deberías darte un tiempo, para analizar y saber qué es lo que buscás en una relación, qué estas dispuesta a negociar, que otras cosas a aceptar y que acepten de vos. Creo que allí recién sabrás que estas dispuesta a dar y que es lo que querés recibir. Con respecto a tu relación de pareja, creo que llegaron a una etapa de agotamiento, por los desacuerdos constantes, peleas, entre otros, que llego a un alejamiento afectivo y que actualmente está cargado del sentimiento de “extrañar” al otro por el acostumbramiento, más aún de tu parte. No creo que sea buen plan que él siga frecuentando la casa, por más afecto que le tenga a la mascota, ni que vos le sigas insistiendo para volver. Si eso se va dar, que sea producto de un cambio de actitud de ambos y que cada uno vea en el otro dicho cambio.