Estoy con mi novia hace un año. Ella se llama Juliana y yo soy Matías. Tenemos 27 años los dos. Juli y yo siempre congeniamos muy bien, tenemos los mismos gustos por las músicas.
Ambos somos onda tranqui, nos gusta mucho ver pelis en casa antes que salir a bailar, salir a comer por ahí y volver sin tanto protocolo y demás.
El único problema con Juli siempre fue su gato, tiene un solo gato, pero que vale por 10. Es mañosísimo, ya tiene edad y encima de todo se cree el dueño de la casa.
Yo llegué ahí y pareciera que invadí su territorio. Nada de pobrecito, un feroz letrado lo que es ese gato.
Cuando yo llego ya luego me gruñe así todo amenazándome luego, no me quiereite voi.
Después ella le espanta para que me deje pasar tranquilo. Imaginate que el gato tiene su propio sofá, ani que me siento mba´e ahí, me va a llenar de arañazos si hago.
Ese gato come de la gran siete, tiene su purina que hepy coco pero de vez en cuando también come tapa cuadril, ni yo como tapa cuadril, eguatamina ecalculá.
Se va a su spa una vez por semana a la veterinaria y al spa, ahí le pintan todo gua’u su uña. Yo por ejemplo ya no estoy de acuerdo para nada con esta manera de humanizar a los animales. Les quiero y les voy a cuidar pero hasta ahí.
No me pidan que le meta en mi sala y le ponga un sofá ni que le haga dormir en mi cama. Le puedo improvisar una camita pero hasta ahí. Ese gato tiene su carrito de paseo exclusivo, su propia ropa y juguetes que son para niños, re caros.
Un día estábamos en la sala de su casa, cuestión que cuando salgo del baño me dirijo a sentarme en el sofá (que no es su sofá), él estaba sentado en una esquina y al sentarme me vino con todo, me gruñó todo mal y me rasguñó la cara.
Yo le tiré sin querer al piso, o sea le empujé fuerte y se cayó, fue ahí que mi novia viene corriendo y empezó a retarme de cómo voy a hacerle eso a su gato.
Yo le expliqué lo que pasó y le dije que ya es el colmo que tiene que sacarle de la sala a su gato o sino que ya no iba a ir a visitarla.
Y sabés qué pasó ella le prefirió al gato, me dijo que si tenía que elegir, mil veces a su animal porque él llegó primero a su vida.
Me piché muchísimo, y me fui de ahí. Ahora me está escribiendo para hablar, pero estoy harto de que un gato tenga más prioridad que yo, que soy su novio ¿Qué piensa de todo esto? Definitivamente no hay lugar para los dos, no le aguanto más a su michi.
Buen día mi estimado Matías, la convivencia es todo un arte más aun cuando no compartimos ciertos gustos, permisiones o consideraciones a otros. Bueno, tu caso no es con tu novia, sino con el “novio” gaturro de ella. Por más que en ese momento haya dicho que prefería a su mascota que vos, por lo visto no es tanto así, ya que te está escribiendo o hay cierto interés de resolver el tema. Es el momento propicio que hablar claramente sobre eso y dejar en claro ciertos acuerdos sobre el animal y las atenciones que ustedes deben tenerse. En otras palabras, que cada uno tenga su tiempo y espacio. Pero que vos también de a poco vayas ganando el efecto del michi. Por otro lado, que esta experiencia les sirva para resolver las cosas con coherencia, consideración y amor por el otro y no llegar a instancias de peleas y distanciamiento.