En una noche sin luna, los expertos dicen que se pueden ver a simple vista de 2.500 a 3.000 estrellas en cada hemisferio. Existen estrellas con diámetros cien veces mayores que el del Sol y otras iguales que este. Así brillan las ansias de encontrar a la niña de Emboscada.
Aunque la esperanza se vea chiquita de lejos, como estas estrellas, sigue brillando también en la memoria de muchos paraguayos que esperan los encabezados de diarios sobre la aparición con vida, sana y salva de esta persona.
Hace un año de su desaparición y poco o nada han informado sobre los avances (si los hay) en el caso. Una serie de allanamientos se hicieron pero no cuentan qué se encontró, qué hila en la historia, qué no. El Estado no ha podido garantizarle su seguridad como es su obligación.
El principal sospechoso, su padrastro, insinuó que el abuelo tendría algo que ver, aunque no mencionó por qué la Fiscalía lo imputó por pornografía infantil.
En medio del caos o la oscuridad, encender la antorcha de la vida es primordial. Y aunque estemos inmersos dentro de tantos temas, tomemos un tiempo para pedir, es más, exigir, hasta que sea efectiva la aparición de esta pequeña. Que no se apague la luz de la niña de Emboscada, que no quede en el olvido.