26 abr. 2025

Justicia, cúbrete el rostro

Por Hugo Barrios @Huguelli Por Hugo Barrios @Huguelli

Celeste Rojas y Marcos Larrosa eran novios. A inicios de este mes, en la zona de Posta Ybycuá, ambos iban a bordo de una moto hasta que fueron embestidos por un automovilista que estaba manejando bajo efectos del alcohol. A raíz del percance, la mujer falleció en el acto. Marcos quedó con varias lesiones y fue derivado al Hospital de Traumas. Luego de 22 días de agonía, finalmente, murió.

Quien iba al mando del coche era Eladio David Aguilera, un funcionario de la Fiscalía zonal de J. Augusto Saldívar. Se le hizo la prueba de alcotest y el resultado dio positivo: 1.321 mg/l en la sangre, según la policía. Aguilera, quien estaba muy familiarizado con las diligencias fiscales, irónicamente fue imputado por homicidio culposo por sus compañeros de trabajo.

Revisando los archivos, se supo que no era la primera vez que hubo víctimas fatales estando él al volante. En marzo de 2015, en Capiatá, Antoliana Santacruz perdió la vida tras ser atropellada por el funcionario del Ministerio Público. A pesar de que ya produjo tres muertes, Aguilera no guarda reclusión en ninguna prisión del país, sino en la comodidad de su casa. Era reincidente con este agregado: manejaba borracho.

La fragilidad del sistema judicial paraguayo permite que personas como Eladio sigan gozando de privilegios. A pesar de las pruebas, de los testimonios, de las evidencias, muchos culpables terminan libres. El funcionario acabó con vidas inocentes sin haber pisado ni un segundo alguna penitenciaría. Mientras no haya castigos ejemplares, la impunidad seguirá burlándose.

Nuestro sistema judicial es tan perverso que puede mandar a la cárcel a un ladrón de gallinas, pero no así a alguien que enluta a tres familias. Los procesos son tan inverosímiles que un delito como el abigeato puede castigarse con más años de cárcel que un caso de abuso en niños.

Por robar una vaca, uno puede recibir hasta 10 años de cárcel, mientras que un violador de criaturas podría recibir tranquilamente solo 3 años, según el Código Penal. Una vergüenza. Justicia, cúbrete el rostro. Ya tú sabes.