María Virginia Pereira (35) y su korasõ jára planeaban casarse el año pasado, pero ya que hendy la sitú, pospusieron. “Dijimos ‘vamos a juntar bien (el dinero) y después vamos a casarnos’”, he’i la enamorada.
Hasta que un día soñó con “mucho oro” y que encontraba dos anillos.
“Le conté a mi mamá. Le dije: ‘sabés que soñé con cadenillas de oro, anillos’ y ella me respondió; ‘e’a che memby, entonces te vas a casar’”, detalló.
Tres días después, una servidora de la capilla llegó a su casa con la propuesta de la boda comunitaria de la Fundación Santa Librada.
“Me alegré mucho, se cumplió mi sueño, yo siempre quise casarme”, dijo. Virginia de una se anotó con Ariel Caballero (32), su pareja desde hace años, y con quien ayer se casó en una boda comunitaria con 76 parejas en Emboscada.
La mujer contó que su enamorado solía ir los fines de semana a la casa de su tía, quien es su vecina. “Ahí me vio cuando estaba saliendo de mi trabajo, me estuvo observando cada finde, hasta que no se aguantó más y me invitó a tomar una cerveza con él, me dijo que le gustaba mucho”, recordó la nueva esposa.
La pareja más joven
Carmen Gaona y Hugo Gauto son la pareja más joven que se casó ayer en la boda comunitaria, ella de 22 y él de 25 años.
La mujer contó que su hija de 5 años estaba haciendo un cursillo para el catecismo en la iglesia y ahí le hablaron a la pequeña sobre el matrimonio y su importancia en la familia.
“De ahí ella vino y nos empezó a decir ‘por qué ustedes no se casan’”, contó.
La niña le insistía tanto a sus padres, que terminaron accediendo.
Carmen dijo que está muy contenta de poder formalizar su relación y agradeció a la fundación por darle la oportunidad. “Por medio de ellos muchos jóvenes se van a animar a casar”, dijo.
Carmen y Hugo tienen 2 hijas, la mayor tiene 5 años y la menor 5 meses.
Hombre noble
Rocío Figueredo (36) y Cristóbal Toledo (31), quienes también se casaron ayer, llevan 13 años viviendo juntos y fruto de la relación tienen a una niña de 12 años.
La mujer destacó que su esposo es un hombre muy noble, que la aceptó con sus dos hijos, los cuidó como si fueran suyos y hoy ellos le llaman papá a él.
Rocío y Cristóbal eran vecinos, él pasaba frente a su casa todos los días y ella decía “hai amo arriero vai” porque nunca le saludaba.
“Un día llegó y me dijo que quería tomar tereré conmigo, así comenzamos”, detalló la nueva esposa.
Figueredo dijo que el secreto de estos 13 años de amor es el diálogo, saber aguantarse en los días malos y disfrutar de los buenos momentos.