Imperdonable es lo que hicieron unos extraños, quienes profanaron la tumba y el ataúd de un angelito que murió a los 40 días de vida.
El condenable suceso fue descubierto por un cuidador del camposanto de la ciudad de Itá, departamento Central, quien avisó a los parientes del bebécito.
El padre del niñito dijo que el encargado del cementerio le llamó a su suegro para avisarle de la terrible noticia.
Añadió que justo el domingo pensaba irse con su señora a llevar la cruz de su bebé.
Doble dolor
El varoncito vivió sobre esta tierra 40 días, pero no resistió. Fue enterrado el 25 de marzo pasado.
A los 9 días del entierro avisaron a los padres que el nicho fue profanado y el atúd abierto.
Estos padres revivieron dos veces la muerte de su pequeño hijo con mucho dolor.
El comisario Carlos Cañete indicó a EXTRA que la tapa de cemento de la tumba fue levantada y que luego el profanador abrió el cajoncito.
“El cuerpo no fue tocado, estaba intacto. Eso pudimos ver antes de que el féretro sea nuevamente tapado”, comentó agente, quien además se mostró indignado por lo sucedido.
Señaló que iniciaron las investigaciones y que harán trabajos de inteligencia con “informantes” que tienen para tratar de llegar al o los responsables del ataque de la tumba.
Macumberos
Algunas hipótesis de este terrible hecho apuntan a los payeseros, que siempre pescan por los cementerios y tienen sus “campanas” o por estudiantes de medicina, para sus prácticas forenses.
Los macumberos suelen codiciar los dedos meñiques de los angelitos para Kurundu (amuleto de la “buena suerte”) para el portador.
También suelen usar el cabellito del angelito, yaque son seres puros y sin pecado, para hacer su gualichos para clientes que tienen “pedidos muy especiales”.
Investigación
El comisario Cañete afirmó que la investigación ya se inició. Desde su experiencia, los estudiantes de medicina mandan robar los cuerpos de los finados, pero tal vez, el profanador pensó que la criatura tenía más de 2 años y al abrir el cajón vieron que era muy pequeñito y dejaron todo tirado.
“El trabajo”
Se presume que debió ser más de una persona que se metió al cementerio para hacer el reprochable hecho.
Los profanadores también debieron tener al menos una barreta o una lámina de hierro para poder levantar la losa de cemento que tapaba la fosa donde fue colocado el cajoncito.