La tarde parecía tranquila. Ni un solo indicio del infierno que estaba por desatarse en cuestión de minutos. Pero bastó una simple acción: sacarse los zapatos para jugar en la alfombra, para que todo se volviera oscuridad y desesperación.
El lunes 14 de abril último, una madre de nombre Mariela Martínez, de la ciudad de Hohenau, Itapúa, vivió el peor miedo de cualquier familia: el grito desgarrador de su hijo. “¡Me picó! ¡Me picó en el pie!”, alcanzó a oír desde su lugar de trabajo, que queda apenas a pasos de su casa. Cuando llegó, su hijo estaba con el pie ya inflamado, cubierto de manchas, y con la mirada llena de terror.
Pero esta historia empezó un día antes, cuando una víbora apareció en el patio de la casa. Desde entonces, la familia vivía en alerta. Sin embargo; lo que se escondía esta vez no era una serpiente… era algo más pequeño y horrible, pero igual de traicionero: un milpiés venenoso que, según se supo después, había logrado meterse en el zapato del niño sin que nadie lo notara.
“Debido a mi contexto, lo primero que pensé fue una víbora. No veía, no pensaba bien en mi desesperación y gran impotencia”, relató la madre en Facebook.
El pequeño, valiente a pesar del dolor, recordó las enseñanzas de su mamá y empujó al bicho con el zapato hasta una esquina. Una vecina logró atraparlo y gracias a eso los médicos pudieron actuar rápidamente. ¡Le salvaron la vida!
El panorama era crítico. El niño fue asistido en el centro de salud más cercano y luego trasladado de urgencia a Encarnación. En la ambulancia, con oxígeno, su oración partió el alma. “Jesús, sálvame, sáname, dame otra oportunidad. Mami, no quiero morir, quiero estar siempre con mi familia”, imploraba el peque.
“Le pedí misericordia y que no se llevara, ya habíamos pasado por esa experiencia y como madre yo sabía que esa posibilidad estaba, por la mirada del doctor y la forma en que todo estaba pesando delante de mis pupilas.”, escribió Mariela.
Tras exámenes y estabilización, un virólogo confirmó que se trataba de una especie no letal, pero el niño habría sufrido una fuerte reacción alérgica a la toxina del milpiés. Mariela agradeció a Dios y a los profesionales del Policlínico de Niños en Hohenau.
El chico se encuentra fuera de peligro, aunque sigue con tratamiento médico y manchas en el pie, según señaló la mami en su impactante relato.