Tras el feminicidio de Sonia Vera (2011) por su esposo, Adolfo Trotte, el exjefe de la barra del Club Olimpia, su hijo mayor, Paolo Trotte tocó fondo.
El muchacho dio a conocer su impresionante testimonio de vida, mientras transita un nuevo camino de fe.
En un video publicado en las redes sociales aseguró que los problemas comenzaron cuando era un niño. “A los 1 año estuve internado por 40 días con una pulmonía grave que ocasionaba que cada día me hinche más”, recordó.
Estuvo conectado a tubos que permitían que sus pulmones funcionen. A pesar del recuerdo de todo ese prematuro sufrimiento, asegura que el primer milagro de Dios para él fue sanarlo.
Pero cosas más horribles le deparaban. “Mi papá fue líder de la barra de Olimpia por 20 años y me tocó crecer en un ambiente violento. A raíz de eso viví experiencias que marcaron toda mi vida: el consumo de droga, peleas, armas y otras cosas más”, dijo el muchacho.
Todo empeoró
A finales del 2010 y principio del 2011 la violencia creció.
“Empezamos a vivir una crisis familiar muy intensa, donde las peleas de mis padres eran cada vez más frecuentes. Hicieron que abandone la casa y fuera a vivir con mi abuela”, señaló el joven.
Paolo manifestó que todo ese tiempo intentó mediar entre sus padres, pero era en vano.
“Veía que mi familia se iba destruyendo, separando y cayendo en un pozo cada vez más profundo”, detalló.
El 3 de julio del 2011 ocurrió lo peor.
“Llegó la noticia que me rompió en mil pedazos: Mi papá le había quitado la vida a mi mamá”.
Su mamá muerta, su papá en la cárcel y la responsabilidad de ser el hermano mayor, lo superaron completamente.
“Mi vida cayó en un dolor profundo, una tristeza inexplicable, depresión. Para huir del dolor me refugié en el consumo excesivo de drogas, alcohol y otras sustancias lo que me llevó a estar al borde de la muerte en reiteradas ocasiones”, apuntó.
En todo momento, la oscura idea de la muerte lo atormentaba. Incluso, en una ocasión, encerrado en su pieza decidió poner fin a su vida. Preparó todo, hasta su carta de despedida.
Pero una idea de salvación se apoderó de él y abandonó el plan.
“Ahora me di cuenta que era Dios guardándome”, acotó. Días después aceptó la invitación de su tío a ir a la iglesia.
Poco después recibió la llamada de su papá, desde la cárcel.
“Una vez más mi papá me pidió perdón por lo que nos hizo a mis hermanos y a mí. Era exactamente lo que necesitaba escuchar. Después de mucho pude soltar el perdón que por tanto tiempo me hizo daño y pude ser libre”, manifestó.
Él testimonia su salvación en tanto su padre cumple una condena de 40 años de cárcel.
Ahora, el joven Paolo mejoró su vida siguiendo los pasos de Jesucristo, según señaló.
El hijo de Adolfo Trotte busca que su historia ayude a otras personas en situaciones difíciles. “Aquellos que creen que ya no hay salida, sepan que con Cristo hay una nueva vida”, finalizó.