Ernesto Benítez (54) será el primer campesino al que el Estado le pida perdón por torturas en periodo democrático.
El hecho ocurrió en junio de 2003, cuando policías reprimieron una manifestación de cedroneros en Santa Rosa del Aguaray (San Pedro) y llevaron a la comisaría a unas 30 personas.
A él lo apartaron y lo golpearon hasta fracturarle la mano: “Me apretaban con un cuchillo en el cuello como si me iban a degollar, me cortaban el pelo con la navaja, me tiraban el gas pimienta, turnándose entre la FOPE, los militares y esos”, recordó el sábado en el programa radial Made In Paraguay, por la 1020 AM.
Algo que los uniformados repetían una y otra vez era que, en la dictadura de Stroessner, gente “indeseable” y “mal ejemplo” era eliminada.
Le decían eso al fundador y director de la primera escuela de Táva Guaraní, quien en 1995 ya había sobrevivido a un disparo de escopeta, también de parte de la policía, durante una manifestación que fue a acompañar como educador, en el mismo lugar, el cruce Santa Rosa.
Aquel hecho había quedado impune, y con esa experiencia, decidió recurrir al Comité contra la Tortura, instancia de las Naciones Unidas.
La sentencia contra el Estado paraguayo salió en 2012. No solo debía pedirle perdón a Benítez, también brindarle atención médica de por vida.
Él pidió que, en vez de tener un doctor, construyan una Unidad de Salud Familiar en la comunidad. Hasta ahora eso no se concretó, pero el puesto de salud ya cuenta con una doctora contratada y una licenciada.
Además, la Fiscalía reabrió el caso en 2019, llamó a declarar a víctimas y testigos, y se hizo la reconstrucción de los hechos, aunque el tema quedó ahí nomás, hasta ahora.
Optimismo
En su comunidad Táva Guaraní, la gente se prepara para asistir al evento que se hará el próximo lunes 24 de junio, a las 10:00, en el Instituto Superior de Educación Policial.
“Hay un ambiente de alegría, de festejo, optimismo y triunfo, digamos”, contó a EXTRA el educador y dirigente campesino.
Será el ministro del Interior, Enrique Riera, quien exprese el pedido de perdón. Ernesto también dará un discurso, el cual, comentó, ya escribió, borró y volvió a escribir un montón de veces en su cabeza.
Él, que se caracteriza por su lenguaje no violento, quiere dar un mensaje contundente: “Quiero aprovechar el momento para sembrar semillas más democráticas, más respetuosas, solidarias, humanistas, en la cabeza de quienes van a ser nuestras futuras autoridades, futuras personas honestas”.