Familiares cuentan la historia de la joven que vendió a su hijita.
“Ninguna mamá es perfecta, ella está muy arrepentida”, dijo ayer la tía de Yianina, la mujer detenida por vender a su bebé.
Yiani, como le dicen sus familiares, tiene 22 años y trabaja como empleada sin retiro en una casa de gente adinerada, en San Lorenzo. En una pieza poco lujosa de un inquilinato de la zona, comparte los fines de semana con su hijo de tres años, que es criado por su madrina.
Cuando supo que nuevamente estaba embarazada, se desesperó. Sabía que no podría trabajar con el bebé a cuestas y, aparentemente, con el papá era mejor no contar ya que nunca le hizo saber que esperaba un hijo de él, según los familiares.
“Yiani nunca nos dijo que no quería tener a su bebé. Esas señoras se aprovecharon de ella porque estaba sola”, asegura la tía. La joven contó a su familiar que la pediatra Blanca Heinichen y la enfermera Rossana Kiese se hicieron sus amigas; le daban regalos y la ayudaban con sus controles prenatales. Un día le expresaron que querían quedarse con la criatura y ella aceptó. Dice que lo hizo porque estaba sola y desesperada. “Cuando estaba en los últimos meses le dijeron que no se eche para atrás porque ya habían gastado mucha plata por ella”, señaló la tía.