Con dos ladrillos en la cabeza atados entre sí por una piolita y colocados estratégicamente sobre su atado de tela, una devota peregrinó de manera insólita.
Llamó la atención no solo su promesa sino el equilibrio que tenía.
Morel Estigarribia, de 68 años, emprendió su peregrinación desde Yaguarón hacia la basílica de Caacupé.
Según relató doña Morel, hace años atrás, ella sufría de intensos dolores de cabeza que no desaparecían, por lo que pidió a la Virgen que la librara de su sufrimiento. “Demasiado me dolía mi cabeza. Le recé, le pedí que me cure y lo hizo”. Desde esa vez peregrina con los dos ladrillos sobre su cabeza, que simboliza el peso del que fue librada.